Anarátas silábicas recorren mi ser,
haciéndome sentir no saber quien soy.
(Aunque realmente nunca lo he sabido).
Tan dúctil me hice,
tan maleable entre tus manos,
que perdí la cabeza
y la inercia me hizo perder la vergüenza.
Eras mi particular dopamina,
ese algo que nunca llegó a ser
pero erizaba mi párpado en vena.
Ahora dos cuchillas van marcando a contrarreloj
el ritmo de tu vida.
Sobre ella pende un hilo
y de ese hilo estoy colgando yo,
esperando caer al vacío
y terminar de buscarte.