Divorciarme de la humanidad,
alejarme e s c a p a r
ir de donde nadie venga
y encontrar ahí
el hogar de otro loco como yo.
Ahora siempre escribo sobre Dios,
pero hasta el poeta más casto
necesita ver a su musa abierta de piernas
para soñar un poco
antes de volver a suicidarse sobre un folio.
Estos son mis últimos suspiros en la horca,
y hago penitencia y memoria
pensando en las migas de plato
donde ayer nos comimos a besos,
dejando el corazón sucio
y nuestra conciencia muda.
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