Aplacar la ira con un terrón de azúcar,
y mientras se deshace el café
arrepentirme del pecado de haberte dejado marchar.
Quiero volver
y provocar una guerra de besos contigo
aun sabiendo que perdería toda mi legión de soldados.
Ahora sin ti
ellos están desorientados,
esperando ser ceniza
de aquel polvo que nunca llegó.
Las guerras de besos siempre son las mejores. SIEMPRE.
ResponderEliminarY ojalá fueran las únicas.
EliminarPor qué tan genial. Por qué.
ResponderEliminarPorque la poesía es el por qué.Lo demás son casualidades.
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